jueves, 21 de mayo de 2020

DEJANDO ATRÁS LA EPIDEMIA DE LA MALA LECHE

        La creencia extendida de que la mala leche es más poderosa y da mejores resultados que la leche de la concordia es algo que hemos heredado del pasado, pero también heredamos del pasado la viruela y sin embargo la hemos superado, tal vez porque teníamos claro que era algo a superar, a dejar atrás.

La mala leche ha sido una epidemia que ha causado muchos estragos a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, ha llegado el momento de empezar a librarnos de ella.

Sin embargo no tenemos un claro diagnóstico sobre la mala lecha, sobre el empecinamiento de convertir al encuentro entre las diversas perspectivas ideológicas en una guerra y a las personas que las sostienen en bandos distintos como encarnecidos enemigos; está claro que tenemos un concepto subdesarrollado de democracia, que nace de un concepto subdesarrollado de humanidad.
        Hemos de generar una educación que muestre primero lo que nos une como humanidad y que a partir de ahí sepa hacer de las diferencias auténtica riqueza, no mero soportarnos los unos a los otros. No tiene sentido esperar a que esa educación nazca, las personas que ya la sentimos hemos de tratar de encarnarla. Algunos pensaréis que eso es poco menos que imposible entre los políticos, bien: busquemos con lupa, con microscopio si hace falta, las excepciones, y encontremos políticos "diferentes", pero también periodistas "diferentes", un periodista que sienta este potencial de nueva educación ha de convertirse también en un educador en su profesión, en su quehacer diario, no ha de conformarse con mostrar lo que hay, ha de buscar las excepciones, a las personas excepcionales, que muestren que una nueva forma de gobernar, de vivir, es posible.




miércoles, 13 de mayo de 2020

VENCIENDO EL MIEDO AL "COVID-19": PROTEGERNOS SÍ, ESCONDERNOS NO

       Una cosa es protegernos del virus y otra escondernos de él, si pretendemos escondernos lo único que conseguiremos es la parálisis del miedo. Se ha generado tal temor ante el virus que no podemos aceptar lo evidente: nuestra medicina está fracasando ante él, por eso tiene que recurrir a cuarentenas y a unidades de cuidados intensivos.
       Pero no hay que olvidar que hay "alguien" de quien nuestra medicina aprende, en realidad su maestro: nuestro cuerpo, es su sistema inmunitario quien ya ha creado la vacuna, la vacuna antes del descubrimiento artificial de una vacuna. Es cierto que no todos los cuerpos la pueden crear, de ahí el grave problema que vivimos, sin embargo la vacuna existe, por eso no debemos escondernos del virus. Hemos de crear en nuestra imaginación y en nuestras acciones lugares también para la inmunización colectiva, eso sí, con las prudencias debidas hacia las personas que carecen de vacuna natural. Necesitamos tanto protegernos como contagiarnos, pero ambas cosas hemos de hacerlas sabiamente.