jueves, 26 de marzo de 2020

UNA FORMA DE HONRAR A NUESTROS ANCESTROS Y SEVIR A NUESTROS DESCENDIENTES: ENSEÑAR HISTORIA VIVA

     Narrar los hechos desde la más pura objetividad, dejando de lado los sentimientos, no puede nunca describir la realidad; precisamente ésta es una de las razones por la cual la historia “estudiada” en nuestros colegios no deviene en sabiduría sobre nuestro futuro. Pensemos, por ejemplo, en lo que un libro de historia del futuro, narrado como se han narrado hasta ahora los libros de texto, contará sobre la pandemia del coronavirus: en unas cuantas líneas narrará hechos objetivos, pero muertos respecto al sentimiento, a lo vivido por las personas implicadas. No basta con conocer la historia para no repetirla, hay además que sentirla, que vivirla.
     Convertir nuestros libros de historia en historia viva, en historia que recoja los sentimientos vividos, en definitiva en historia sabia, puede ser un bonito fruto de lo que hoy vivimos, una digna forma de honrar a los que han sucumbido y a los que han ofrecido impagables sacrificios en aras al bienestar común. 


La historia viva consiste en acompañar a las personas que la vivieron cuando era su presente, en entrar en sus biografías, en ser testigos vivos de sus sentimientos y circunstancias. Es necesario crear libros que permitan ser habitados, que nos permitan realmente viajar en el tiempo, no solo para vivir el pasado, sino también para recrearlo desde nuestra perspectiva actual, de esta manera podremos revelar los para qué ocurrió lo que ocurrió, algo a lo que las personas que lo vivieron en su presente no tenían acceso, simplemente por falta de perspectiva histórica. Una auténtica historia viva alimenta siempre nuestros tres tiempos: pasado, presente y futuro.
  
  



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