martes, 24 de marzo de 2020

¡VIVAN LOS CISNES VENECIANOS!

     En la red, en medio del encierro del coronavirus, han circulado imágenes de nuestras ciudades en las que aparecen especies de animales que no forman parte de nuestro escenario habitual; entre estas presencias sorprendentes se encuentra la foto de dos cisnes en Venecia, esta imagen como muchas otras del mismo estilo ha resultado ser una “false news”. Una mentira, se nos ha dicho, es siempre una mentira; pero si dejamos la superficie de lo meramente evidente y también la del mundo “conspiranoíco”, y nos sumergimos en la profundidad de los sentidos de las cosas desde una mirada inocente, haciendo una lectura creativa de la imagen de los dos cisnes, podemos descubrir una gran verdad: en unos momentos tan duros necesitamos noticias bellas, tal vez porque sabemos que la belleza nos pone en contacto con lo que hay de auténtico dentro de nosotros, con nuestra parte invulnerable, con nuestra esencia indestructible ante cualquier enfermedad o catástrofe.
     El ser humano está sometido a la fragilidad de lo humano, pero también dispone de esa otra parte suya: el ser, esencia única e indestructible. Precisamente por eso nos llamamos seres humanos: somos una combinación de fragilidad y de poder indestructible, ante tan aparente contradicción no es extraño que nuestros comportamientos sean tan contradictorios, y que en medio de una crisis se acentúen y convivan a la vez actitudes generosas y ruines. El paradigma de la Dualidad ha sembrado la discordia entre nuestra parte ser y nuestra parte humana, precisamente por eso hemos necesitado intermediarios espirituales y autoridades religiosas, pero ahora está naciendo un nuevo paradigma que ha de integrar el ser con lo humano, de forma que el vivir como seres humanos no parta de una contradicción, sino de una suma consciente, coherente y bella de nuestra parte frágil y de nuestra parte indestructible.


     Volviendo al principio de este escrito, podemos decir que la unión de nuestra fragilidad y de nuestro poder indestructible queda perfectamente representada por la armonía, entre la fragilidad y el  porte majestuoso, presente en los dos cisnes “venecianos”: poder y fragilidad se integran en la belleza, en esa belleza que puede ser ahora, en medio de la gran crisis, nuestro salvavidas, o mejor dicho nuestro “salva-ánimos”, por eso me atrevo a decir: ¡vivan los cines venecianos!
 
    
         

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